¿QUÉ CON EL GÉNERO?
La importantísima diferencia entre género, sexo y orientación sexual/afectiva.
Hace ya un tiempo (serán quizás unos seis o siete años) tomé un curso sobre Creación literaria enfocada al cuento. El curso en sí era un frenesí literario, la materialización de mi gran sueño guajiro de leer y escribir sin parar noche y día.
A la par que tomé ese curso leí Orlando de Virginia Woolf (en mega resumen: es una suerte de autobiografía que narra la historia de un aristócrata letrado con una sensibilidad y debrayes envidiables; conforme la historia pasa, el protagonista, Orlando, muta de sexo y se convierte en mujer, y su percepción de las cosas cambia radicalmente: el mundo comienza a tratarlo distinto y él/ella es consciente de que ya nada será igual).
El libro como tal es una oleada de metáforas de temas referentes a la homosexualidad, el machismo en la sociedad y la cultura, el rol de la mujer como literata, como persona y como ente social, entre muchas otras cosas. Leerlo me impresionó bastante, siendo muy sincera he tenido que leerlo más de una vez para poder llegar a descifrarlo mejor, pero sin duda algo que me queda muy grabado cada vez que lo leo es la siguiente pregunta: ¿qué tanto influye el sexo/género de una persona en cómo la sociedad actúa ante ella?, o puesto de otro modo, ¿el hecho de ser mujer u hombre afecta en cómo nos tratan los demás?
Recuerdo que en aquel entonces me surgió la idea de escribir un cuento sobre alguien que muta de sexo (en su momento carecía de la jerga lgbteísta y de términos como “transgénero” o “transexual”); lo que me llevó a leer mucho sobre operaciones de reasignación de sexo, terapias hormonales, testimonios de hermafroditas, di con una buena base de datos al respecto. Leí un montón de datos, de estadísticas, pero nunca logré aterrizar la idea como algo más que morbo; lo único que tenía era un montón de información sin pies ni cabeza. Recuerdo que desistí de escribir esa historia, estaba muy abrumada. No entendía muchas cosas del porqué la gente haría algo así como cambiarse el sexo o bien a bien qué implicaba eso.
Al final terminé con un cuento marciano, de nuevo sin pies ni cabeza, y terminé el curso pero la curiosidad por ese tema se quedó rondando en mi mente. Varias veces surgió la pregunta de si ¿ser mujer me ha afectado o me ha beneficiado de algún modo?, o en su defecto el no ser hombre.
Hace un par de años, por ahí del 2018, estaba buscando un lugar para hacer mi servicio social. Recuerdo que busqué en la página web de mi universidad y di con un “centro cultural trans”, jum. ¿Qué era eso de “trans”? Di click en la página del centro, escribí un correo con mi interés de trabajar ahí y me dieron una cita para una entrevista.Lo conseguí.
Lo diré tal cual: ese lugar fue un abrir a mi tercer ojo. Jejeje, quizás así suena más esotérico de lo que quisiera pero lo digo en serio. Seré honesta, el trabajo en sí no era el mejor, pero vamos, era un servicio social no una estadía literaria en La Soborna ni nada por el estilo.
Aprendí y comprendí muchas cosas estando ahí, y poco a poco esa inquietud comenzó a disiparse. Lo primeritito que entendí fue que tenía que divorciar la idea erróneamente homogeneizada del sexo y el género.
Va de rápido: el sexo es una determinación biológica que define hembras y machos gracias a caracteres sexuales físicos; mientras que el género es una acotación de costumbres, modos de vestir, de ser, de comportarse en sociedad, que define la dicotomía mujer/hombre, femenino/masculino. O bien, el sexo es lo que dice el cuerpo y el género lo que dice la mente de una persona.
Aquí valdría agregar un tercer término: la orientación sexual/afectiva, que de ningún modo se define por el sexo o el género de una persona; es tan sólo el gusto que alguien puede tener por una persona (o un grupo de personas) desde un enfoque sexual y/o afectivo.
Por desgracia estos tres conceptos han sido aglomerados en uno sólo: el sexo. Lo que ha generado una guerra civil tácita de la ontología humana. Para muchas personas es ridículo concebir la separación de todos estos conceptos, les puede llegar a sonar como un argumento rebuscado e inútil que justifica su chip descompuesto, su rareza, su Otredad.
A mí parecer es algo primordial, y lo digo yo, que crecí sin saber nada de esto, que crecí formándome bajo la inexistencia de dichas definiciones. A veces solemos creer que las etiquetas pueden ser rebuscadas o innecesarias (yo misma, en ocasiones, llego a creerlo así), sin embargo, doy crédito al lugar y la importancia que le dan a las cosas que nos rodean, a eso que somos.
Llevo ya siete años con ese gusanillo de conciencia que me hace cuestionar qué me hace lo que soy, qué de lo que digo o de lo que aparento soy realmente. He llegado a creer que eso de la dicotomía del género es una cosa absurda, casi me suena a un invento de clasificación basada en absolutismos ridículos, un espectro de blancos y negros. ¿Qué pasa entonces con la escala de grises, con los arco iris, con los colores que ni siquiera conocemos?
¿Qué pasa con el género? Es una fracción de lo que somos, de lo que podemos ser. Es quizás el alivio de algunos, la condenada de otros, la reafirmación de un ser, el odio acumulado en un grupo determinado. O hasta puede ser sólo un dato que se llena en documentos oficiales. Lo claro es que no puede ser algo ignorado. No podemos continuar en una sociedad que agrupa todo aquello que no quiere conocer bajo esa terrible noción de Otredad, bajo esa idea de que lo desconocido, lo Otro es sucio, es inferior, es malo.
Muy probablemente Virginia no concebía el género, el sexo o la orientación sexual/afectiva con la delimitación que nosotros hacemos hoy en día, posiblemente eso para ella más que un término de diccionario, era parte de un estilo de vida adepto a la contracultura, a la resistencia del cuerpo, a la de- y re-construcción del ser humano.
Parece inverosímil pensar que aún con casi un siglo de diferencia, todo pareciera estar igual de enredado. ¿Cuántos Orlandos más harán falta para que el mundo comience a nombrar las cosas por lo que son y no por lo que creen que deberían de ser?
GIF: Alexia Stuebing (1), WIX (2,3,4)
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