“Lo que no se nombra” de Aníbal de la Vega
Actualizado: 27 jun 2021
En la capital de Puebla (México) el pasado 11 de junio de 2021, se celebró la inauguración del Primer Festival LGBTTTIQ+ “Colores”, organizado por la Secretaría de Cultura del estado. Un suceso histórico en donde el gobierno comienza a acoger al movimiento de la diversidad sexual y de género dentro de sus actividades.
Como parte de los discursos de apertura se mencionó la realización de una exposición titulada “Di-Sentires Disidentes”; la cual busca ser un punto de partida para narra la historia de la comunidad LGBTTTIQ+ en esta ciudad.
La expo ya había sido presentada en el pasado, bajo el nombre de “Resistencias de la diversidad”. Por lo que, como parte del panel de ponentes: Aníbal de la Vega nos deleito con un discurso que merece ser citado en su totalidad y que comparto a continuación:
“Lo que no se nombra.
Tenía 16 años la primera vez que estuve ante esta exposición; acababa de ser expulsado de una escuela en la que viví violencias emocionales y sociopolíticas desde los tres años. Y estaba en medio de un proceso de cicatrización.
Fue un año antes de estar en riesgo de muerte por enfermedad. Un año antes de perder la casa que mi familia y yo habitamos por siete años.
Seis años antes de perder a mi padre. Cuatro antes de descubrirme como hombre trans no binario y seis años antes de poder comprender que soy autista.
Enuncio estas experiencias porque desde ellas habito y proceso este mundo. De aquí vengo; pero sobre todo porque son experiencias que vulneran, que exponen la carne sangrante que palpita debajo de huesos y piel. Porque son las experiencias que nos han enseñado a no contar.
Aquella primera vez hablé sobre una dicotomía que me parecía profunda e importante y que hoy se me antoja difusa y hasta irreal; creía que la oposición entre la fiesta y la solemnidad eran la diferencia más importante que existía al interior de la comunidad LBGTI y de los movimientos feministas y antipatriarcales.
Hoy comprendo que cualquiera de estas formas de lucha pueden y son frecuencia atravesadas y captadas por procesos de asimilación, desde la super estructura de opresión a la que sobrevivimos.
Es difícil asumirlo cuando se trata de los espacios en los que hemos encontrado conjunción y catarsis; pero toca admitir y compartir las raíces capitalistas, patriarcales, colonialistas de ciertas posturas al interior de los feminismos y las poblaciones LGBTI.
No es raro que las posturas transfóbicas y putofóbicas vayan en ascenso. Tildando de misoginia cualquier crítica, pues el sufragismo blanco anglosajón que dio origen a las corrientes TERF y, mal llamadas, abolicionistas del trabajo sexual estaba transversalmente atravesado por el racismo.
Ya que en sus países de origen, particularmente en Estado Unidos, animalizó y criminalizó a mujeres y hombres negras y negros.
No es raro tampoco que el Pride de las multinacionales que depredan cuerpos negros, cafés, amarillos y ecosistemas completos, haya ahogado y borrado el lavado rosa del capitalismo a las lesbianas, les tras y les bisexuales. Contestones e incorregibles.
Desde los primeros años, hombres gays cisgénero y blancos buscan encarnar el ideal de dominación; erigiéndose más civilizados, más educados y mejor domesticados. Apropiándose y repudiando al mismo tiempo la lucha callejera de mujeres trans y lesbianas.
Todo esto hecho posible desde el exterior y el interior de estos espacios que añoramos y proclamamos seguros.
El fortalecimiento de la ultra derecha, al que nos enfrentamos con nuestras vidas; que para el sistema no importan.
Llamo a la rebelión. Porque ser disidencia sexogenérica y actuar antipatriarcal, va más allá de ser población LGBTI o militar feminismos blancos.
Ser disidencia sexogenérica es romper un poco cada día, con el orden bilogicista, racista, binario, heterosexista y patriarcal; que fue impuesto por Europa al sur global a partir del inicio de los procesos de colonización.
Ser disidencia sexogenérica es renunciar constantemente a la óptica de blanquitud, de individualismo, de extractivismo, de depredación; y es afrontar los costos políticos de todo ello.
Al mismo tiempo, es asumir que no estamos en un concurso por ganar el premio a la mejor deconstrucción o al sacrificio más grande. Porque el ideal moderno de progreso lineal y el ideal de pureza política son un arma más para la asimilación de las luchas colectivas.
Llamo a las alianzas estratégicas desde el otrerizado, desde la prietez, la lenchitud, la negritud, lo puto, lo negado, lo no humano.
Llamo a derrumbar la estructura social colonial, mientras construimos en su lugar un tejido colectivo sentí-pensante; un mundo, como dicen los zapatistas, donde quepan muchos mundos.
Este archivo histórico y yo estamos aquí para contar las historias que no se nombran: las putas, los putos, las vestidas, las locas.
Nosotres y nuestros cuerpos nominales estamos llenos de la historia que los historiadores blancos no incluyen en los libros de textos gratuitos; pero que nosotres gritamos a todo pulmón en las aceras.
Esta historia que hemos llorado con sangre, que también es la historia desde la que amamos, nos conectamos y que hemos gozado y reivindicado con glitter y plumas.
Las fotografías aquí expuestas, recolectadas a través de las décadas, no solamente narran a quien la imagen retrata; sino que son la ventana al interior de una vida, un contexto y una colectividad que resiste y que resistió siempre, a veces estruendosa y a veces quedamente.
Hoy es un buen día para desobedecer, vamos a portarnos mal y a gritar a voz en cuello, todas las historias que, con miradas, órdenes, azotes, cárceles y manicomios, políticas públicas, campos de muerte, balas y ostracismo nos mandaron a callar.”
Este discursazo me parece una muestra espléndida de lo que el Feminismo busca en su versión más integral: un panorama completo que contemple a las Otredades desde todas sus vertientes.
Anexo también una galería con la exposición que nombra Aníbal; esperemos que este Festival fije un antes y un después en la relación gubernamental-cultural de Puebla con su comunidad LGBTTTIQ+.
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